miércoles, 25 de mayo de 2011

Mía.


Está en todos lados, no me la puedo sacar de encima. Siento que está subida a mi espalda, tirándome de los pelos, gritándome con toda la fuerza de sus pulmones, llorando y dando patadas, recriminándome todo lo que hice mal, aplastando todos los buenos recuerdos que tengo.
En realidad ella no es así. Estoy exagerando. Generalmente está sentada, callada, se alimenta con poco, ocupa muy poco espacio. Es pequeña y perturbadoramente hermosa, muchas veces me quedo observándola tontamente, como si tuviera un poder sobrenatural para cautivarme. Supongo que si quisiera ni siquiera notaría su existencia.
La primera vez que lo hice no sabía qué hacer. ¿Por qué me pasaba esto a mí? ¿Qué había hecho para tener que conservarla? ¡No era mi culpa! Las preguntas eran las mismas, pero surgían siempre, y no entendía porqué me pasaba esto a mí. Otros deberían tenerla, no yo. No entiendo.
Con el tiempo empecé a negar su presencia. Cada vez que ella aparecía, yo trataba de inventar una excusa y huir, como si pensara que corriendo, ella iba a soltarme la mano. Al mismo tiempo intentaba que diferentes personas me la sacaran de encima, pero cada vez que fallaban, ella se volvía más persistente y opresiva.
Trato de nunca tener contacto con ella. Me da miedo, a decir verdad. Cada vez que nuestros ojos se conectan veo todo lo que hice mal, todo lo que dejé pasar. Ninguno de los dos dice palabra, la desprecio por su simple existir y ella recibe todos mis golpes y palabras mudas, pobre…
Los años pasaron, y con el tiempo los dos hicimos nuestra vida. Aprendí a respetarla y no cruzarme en su camino, mientras ella no se cruce por el mío. Pero igualmente yo sabía que ella estaba ahí, siempre. Nunca abandonaba mi mente, nunca pude estar en paz mientras ella me persiguiera. Perdoname, te juro que no te quiero odiar, es que arruinaste mi vida, mis propósitos, no puedo vivir en paz con vos a mi lado.
Recién hoy supe aceptarte. Me di cuenta que nunca te vas a ir, y ya no me molesta. Te mentiría si te digo que sería más feliz sin tu compañía, pero no lo puedo cambiar. Vamos a vivir a la par. Solos y juntos, mi fiel soledad.