jueves, 30 de junio de 2011

Equilibrista

Ilusionarse es comparable al peligroso arte del equilibrismo. Quien lo practica está caminando solo, balanceando y limitando toda su conducta a dar un paso más. Hay quienes lo hacen rápido, aunque sería mejor hacerlo lento, bien lento.
Al ilusionarnos tratamos de medir cada movimiento, para que no sobre ni falte, siempre con miedo a caernos. No podemos darnos vuelta y caminar por la soga ya andada, es tarde para eso. No hay vuelta atrás, no podés rendirte ni renunciar. Simplemente hay que tratar de no caerse. 
El equilibrista trata de controlar sus emociones,  no dejarse llevar, mantener la calma, hay veces que hasta se pierde de vista el objetivo. Pero, ¿Cómo controlar ese sentimiento de "puedo llegar, estoy cerca, lo voy a lograr", si hay veces que, a pesar que te dicen que no lo hagas, miramos para abajo y vemos a la altura que estamos? Equilibrista, tratá de no llorar del miedo y pensá con los pies.

Y no te caigas que terminamos todos en la mierda.

domingo, 26 de junio de 2011

Énergie calorifique.

Cuando el estómago da vueltas, cuando hay mariposas en el estómago, el sonreir como una imbécil cuando en realidad debería estar estudiando, fantasear, desear, tener esperanza, el sufrir un poquito pero remarla, el cambio de humor en menos de un segundo, el ser YO, sin miedos ni restricciones. El querer hacerle bien a alguien, más que buscar la felicidad propia. El ir caminando por la calle escuchando música, volutas de humito que salen de la boca que últimamente no hace otra cosa que sonreir, simplemente porque es bueno vivir y ver el vaso medio lleno. 
Todo lo que sube, baja, todo el amor que se dió en la vida de alguna manera vuelve, es un flujo de energía constante, karmático, la energía emerge de nuestro cuerpo y asciende hasta los cielos para volver en forma de nube, de calor, de frío, de viento, de aire, para volver a ser respirado, transformarse de nuevo en energía para ser utilizada otra vez...



Tengo tantas ganas de vivir en este momento.

Auch!

No hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no hagas lo mismo de siempre, no te dejes caer, sé libre, no sufras, esto no termina.

viernes, 24 de junio de 2011

Más.

I've never written a love song
That didn't end in tears
Maybe you'll rewrite my love song
If you can replace my fears
I need your patience and guidance
And all your loving and more
When thunder rolls through my life
Will you be able to weather the storm?
There's so much I would give you, baby
If I'd only let myself
There's this well of emotions
I feel I must protect
But what's the point of this armor
If it keeps the love away, too?
I'd rather bleed with cuts of love
Than live without any scars
Baby, can I trust this?
Or do all things end?
I need to hear that you'd die for me
Again and again and again
So tell me when you look in my eyes
Can you share all the pain and happy times
Cause I will love you for the rest of my life
This is my very first love song
That didn't end in tears
I think you re-wrote my love song
For the rest of my years
I will love you for the rest of my life.
Simply...follow the owl.

domingo, 19 de junio de 2011


Hubiera valido la pena, al fin de cuentas,
después de las tazas, la mermelada, el té,
entre las porcelanas, en medio de nuestra charla baladí,
hubiera valido la pena
morder con sonrisas la materia,
enrollar en una bola al universo
para arrojarla hacia algún interrogante abrumador.
Poder decir: «Soy Lázaro que regresa de la muerte
para os revelarlo todo, y así lo voy a hacer»

jueves, 16 de junio de 2011

Precaución: derrumbe a 5 metros.

Me acuerdo una vez que me dijeron "No pongas todos los huevos en la misma canasta", y yo prometí nunca hacerlo. 

Ay, pero es una canasta tan liiiiindaa.....

miércoles, 15 de junio de 2011

domingo, 12 de junio de 2011

La despedida

Hola, chau, vení, quedate, quereme, ¿por qué te vas?, sos un imbécil, sos un dulce en encubierto, ufa, ¿te vas?, ¿dónde estás?, me acerco porque quiero, mirame, tocame, no me evites que me desespera, no me insultes que me duele, a veces deberías callarte, no mentira, siempre deberías callarte, hola, ¿no?, tratame bien, y no tan bien, buscame que así es más divertido, no te busco más porque me pierdo y me quedo con las manos vacías, ¿qué hacés con ella?, sos un celoso, ¿celosa yo? por favor, alejate, no se te ocurra tocarme que te vuelo la cara de una piña, no no, pará, volvé, no quise decirlo así, es que vos también decís las cosas mal, ¿me querés? POR FAVOR QUEREME,me molesta que no hables, lloro porque debería ser perfecto, lloré mucho por vos, ¿y vos por mí?, esto duró demasiado, tiene que terminar, cada vez que temiro sé queme querés decir algo y no sabés cómo, yo te quiero, no te quiero más, te odio, sacás lo peor de mí, te extraño, te necesito, no vuelvas a desaparacer que me muero,¿Podés dejar de ser tan cobarde?, es que ya te superé, vos a mí no me querés, es una obsesión, no entendés que vos fuiste la escapatoria más fácil a un momento difícil, ¿a dónde creés que te vas?, vos me conocés como nadie, no sabés como soy, soy mucho más de lo que pensás, vení, peleala, andate, nunca sé cuándo es el último beso, volvé, te amo, te odio, dame más.

Todo eso ya terminó porque no es bueno para mí y quiero ser feliz SIN VOS. Solo me voy a quedar con una frase tuya: nadie me puede sacar a vos. 

....Pero yo te puedo sacar a vos de mí.

Y ahora... puedo volar.

miércoles, 8 de junio de 2011

Sentimientos de felicidad, amor y alivio.

Furioso pétalo de sal
La misma calle, el mismo bar
Nada te importa en la ciudad si nadie espera
Ella se vuelve carmesí,
No se si es baires o madrid
Nada te importa en la ciudad si nadie espera
Y no es tan trágico mi amor,
Es este sueño, es este sol
Que ayer pareció tan extraño,
O al menos tus labios
Yo te entiendo bien,
Es como habalrle a la pared
Y tú podrías darme fe...

Algo tienen estos años, que me hacen poner así
Y decirte que te extraño
Y voy a verte feliz.

Cada vez que el Sol se derrite y el cielo se hace todo naranja,
me acuerdo de vos y me sale una sonrisa.

sábado, 4 de junio de 2011

Fusión.


Quiero que ese calor indiscutible que hay entre nosotros fusione nuestra piel para hacernos uno, quiero que cada vez que me mires necesites darme un beso, que cada vez que me quieras hablar, lo hagas. Quiero que cada célula de tu cuerpo busque las mías, y que una vez que se encuentren estés en paz. Quiero que te derritas de amor cada vez que me río, porque es lo que hago yo cuando vos sonreís. Que todo lo que sea mío, sea tuyo, y que todo lo tuyo, sea parte de mi tranquilidad contra el frío, la soledad y locura.
Quiero que me quieras como yo te quiero a vos, por que con eso alcanza.

Sombras.

-¿Y si realmente hay algo en el bosque? -insistió Dorian. -¿La sombra?

-¿Has oído hablar alguna vez del Doppelgan­ger? -preguntó Lazarus. 

El muchacho negó. Lazarus lo observó de reojo. -Es un término alemán -explicó- Se usa para describir a la sombra de una persona que, por algún motivo, se ha desprendido de su dueño. ¿Quieres oír una curiosa historia al respecto?

 "De todos los relojeros de la ciudad de Berlín, ninguno era tan celoso de su labor y tan perfeccio­nista en sus métodos como Hermann Blocklin. De hecho, su obsesión por llegar a crear los mecanis­mos más precisos lo había llevado a desarrollar una teoría respecto a la relación entre el tiempo y la ve­locidad a la que la luz se desplazaba por el universo. Blocklin vivía rodeado de relojes en una pequeña vivienda que ocupaba la trastienda de su establecimiento, en la Henrichstrasse. Era un hombre solita­rio. No tenía familia. No tenía amigos. Su único compañero era un viejo gato, Salman, que pasaba las horas en silencio a su lado, mientras Blocklin de­dicaba horas y días enteros a su ciencia, en su taller. A lo largo de los años, su interés llegó a convertirse en obsesión. No era raro que cerrase su tienda al público durante días completos. Días de veinticua­tro horas sin descanso, que dedicaba a trabajar en su proyecto soñado: el reloj perfecto, la máquina universal de medición del tiempo.
Uno de esos días, cuando hacía dos semanas que una tormenta de frío y nieve azotaba Berlín, el relojero recibió la visita de un extraño cliente, un distinguido caballero llamado Andreas Corelli. Co­relli vestía un lujoso traje de un blanco reluciente y sus cabellos, largos y satinados, eran plateados. Sus ojos se ocultaban tras dos lentes negras. Blocklin le anunció que la tienda estaba cerrada al público, pero Corelli insistió, alegando que había viajado desde muy lejos sólo para visitarlo. Le explicó que estaba al corriente de sus logros técnicos e incluso se los describió con detalle, lo cual intrigó sobrema­nera al relojero, convencido de que sus hallazgos, hasta la fecha, eran un misterio para el mundo.
La petición de Corelli no fue menos extraña.
Blocklin debía construir un reloj para él, pero un reloj especial. Sus agujas debían girar en sentido inverso. La razón de este encargo era que Corelli pa­decía una enfermedad mortal que habría de extin­guir su vida en cuestión de meses. Por ese motivo, deseaba tener un reloj que contase las horas, los mi­nutos y los segundos que le restaban de vida.
Tan extravagante petición venía acompañada por una más que generosa oferta económica. Es más, Corelli le garantizó la concesión de fondos económicos para financiar toda su investigación de por vida. A cambio, tan sólo debía dedicar unas se­manas a crear aquel ingenio.
Ni que decir tiene que Blocklin aceptó el trato.
Pasaron dos semanas de intenso trabajo en su taller. Blocklin estaba sumergido en su tarea cuando, días más tarde, Andreas Corelli volvió a llamar a su puerta. El reloj estaba ya terminado. Corelli, son­riente, lo examinó y, tras alabar la labor realizada por el relojero, le dijo que su recompensa resultaba más que merecida. Blocklin, exhausto, le confesó que había puesto toda su alma en aquel encargo. Corelli asintió. Después dio cuerda al reloj y dejó que em­pezase a girar su mecanismo. Entregó un saco de monedas de oro a Blocklin y se despidió de él.
EI relojero estaba fuera de sí de gozo y codicia, contando sus monedas de oro, cuando advirtió su imagen en el espejo. Se vio más viejo, demacrado. Había estado trabajando demasiado. Resuelto a to­marse unos días libres, se retiró a descansar.
Al día siguiente, un sol deslumbrante penetró por su ventana. Blocklin, todavía cansado, se acercó a lavarse la cara y observó de nuevo su reflejo. Pero esta vez, un estremecimiento le recorrió el cuerpo. La noche anterior, cuando se había acostado, su ros­tro era el de un hombre de cuarenta y un años, can­sado y agotado, pero todavía joven. Hoy tenía fren­te a sí la imagen de un hombre rumbo a su sesenta cumpleaños. Aterrado, salió al parque a tomar el aire. Al volver a la tienda, examinó de nuevo su ima­gen. Un anciano lo observaba desde el espejo. Presa del pánico, salió a la calle y se tropezó con un veci­no, que le preguntó si había visto al relojero Bloc­klin. Hermann, histérico, echó a correr.
Pasó aquella noche en un rincón de una taber­na pestilente en compañía de criminales e indivi­duos de dudosa reputación. Cualquier cosa antes que estar solo. Sentía su piel encogerse minuto a minuto. Sus huesos se le antojaban quebradizos. Su respiración, dificultosa.
Despuntaba la medianoche cuando un extra­ño le preguntó si podía tomar asiento junto a él. Blocklin lo miró. Era un hombre joven y bien pare­cido, de apenas unos veinte años. Su rostro le resul­taba desconocido, a excepción de las lentes negras que cubrían sus ojos. Blocklin sintió que el corazón le daba un vuelco.
Andreas Corelli se sentó frente a él y extrajo el reloj que Blocklin había forjado días atrás. El reloje­ro, desesperado, le preguntó qué extraño fenómeno era el que le estaba afectando. ¿Por qué envejecía se­gundo a segundo? Corelli le mostró el reloj. Las agujas giraban lentamente en sentido inverso. Core­lli le recordó sus palabras, eso de que había puesto su alma en aquel reloj. Por ese motivo, a cada minu­to que pasaba, su cuerpo y su alma envejecían pro­gresivamente.
Blocklin, ciego de terror, le suplicó ayuda. Le dijo que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, a renunciar a lo que fuese, con tal de recobrar su ju­ventud y su alma. Corelli le sonrió y le preguntó si estaba seguro de eso. El relojero se reafirmó: cual­quier cosa.
Corelli dijo entonces que estaba dispuesto a devolverle el reloj y con él su alma, a cambio de algo que, de hecho, no le era de utilidad alguna a Blocklin: su sombra. El relojero, desconcertado, le preguntó si ése era todo el precio que tenía que pa­gar, una sombra. Corelli asintió y Blocklin aceptó el trato.
El extraño cliente extrajo un frasco de vidrio, quitó el tapón y lo colocó sobre la mesa. En un se­gundo, Blocklin contempló cómo su sombra se introducía en el interior del frasco, igual que un torbellino de gas. Corelli cerró el frasco y, despi­diéndose de Blocklin, partió en la noche. Tan pronto hubo desaparecido por la puerta de la taberna, el reloj que sostenía en las manos invirtió el sentido en que giraban las agujas.
Cuando Blocklin llegó a su casa, al alba, su ros­tro era el de un hombre joven de nuevo. El relojero suspiró con alivio. Pero otra sorpresa lo esperaba aún. Salman, su gato, no aparecía por ninguna par­te. Lo buscó por toda la casa y, cuando finalmente dio con él, una sensación de horror lo invadió. El animal pendía por el cuello de un cable, unido a una lámpara de su taller. Su mesa de trabajo estaba derribada y sus herramientas esparcidas por la sala. Se diría que un tornado había pasado por aquel lu­gar. Todo estaba destrozado. Pero había más: mar­cas en las paredes. Alguien había escrito torpemen­te sobre los muros una palabra incomprensible: Nilkcolb.
El relojero estudió aquel trazo obsceno y tardó más de un minuto en comprender su significado. Era su propio nombre, invertido. Nilkcolb. Blocklin. Una voz susurró a su espalda y, cuando Blocklin se volvió, se vio enfrentado a un oscuro reflejo de sí mismo, un espejismo diabólico de su propio rostro.
Entonces, el relojero comprendió. Era su som­bra quien lo observaba. Su propia sombra, desa­fiante. Trató de atrapada, pero la sombra se rió como una hiena y se esparció por los muros. Bloc­k1in, estremecido, vio cómo su sombra asía enton­ces un largo cuchillo y huía por la puerta, perdién­dose en la penumbra.
El primer crimen de la Henrichstrasse tuvo lu­gar aquella misma noche. Varios testigos declararon haber visto al relojero Blocklin acuchillar a sangre fría a aquel soldado que paseaba de madrugada por el callejón. La policía lo aprehendió y lo sometió a un largo interrogatorio. A la noche siguiente, mien­tras Blocklin permanecía bajo custodia en su celda, dos nuevas muertes tuvieron lugar. Las gentes em­pezaron a hablar de un misterioso asesino que se movía en las sombras de la noche de Berlín. Bloc­klin trató de explicar a las autoridades lo que estaba sucediendo, pero nadie quiso escuchado. Los perió­dicos especulaban con la misteriosa posibilidad de un asesino que conseguía, noche tras noche, esca­par de su celda de máxima seguridad, para perpe­trar los más espantosos crímenes que recordaba la ciudad de Berlín.
El terror de la sombra de Berlín duró veinti­cinco días exactamente. El final de aquel extraño caso llegó tan inesperada e inexplicablemente como su inicio. En la madrugada de aquel 12 de enero de 1916, la sombra de Hermann Blocklin se introdujo en la tétrica prisión de la policía secreta. Un centi­nela que montaba guardia junto a la celda juró que había visto a Blocklin forcejear con una sombra y que, en un momento de la refriega, el relojero había apuñalado a la sombra. Al amanecer, el cambio de guardia encontró a Blocklin muerto en su celda con una herida en el corazón.
Días más tarde, un desconocido llamado An­dreas Corelli se ofreció a pagar los gastos del entie­rro en la fosa común del cementerio de Berlín para Blocklin. Nadie, a excepción del enterrador y un ex­traño individuo que portaba lentes negras, asistió a la ceremonia.
El caso de los crímenes de la Henrichstrasse si­gue abierto y sin resolver en los archivos de la policía de Berlín."           .